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Psalm 118

Sal. 118:18 KJV (With Strong’s)

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18
The Lord
Yahh (Hebrew #3050)
Jah, the sacred name
KJV usage: Jah, the Lord, most vehement. Compare names in "-iah," "- jah."
Pronounce: yaw
Origin: contraction for 3068, and meaning the same
hath chastened
yacar (Hebrew #3256)
to chastise, literally (with blows) or figuratively (with words); hence, to instruct
KJV usage: bind, chasten, chastise, correct, instruct, punish, reform, reprove, sore, teach.
Pronounce: yaw-sar'
Origin: a primitive root
l me sore
yacar (Hebrew #3256)
to chastise, literally (with blows) or figuratively (with words); hence, to instruct
KJV usage: bind, chasten, chastise, correct, instruct, punish, reform, reprove, sore, teach.
Pronounce: yaw-sar'
Origin: a primitive root
: but he hath not given me over
nathan (Hebrew #5414)
to give, used with greatest latitude of application (put, make, etc.)
KJV usage: add, apply, appoint, ascribe, assign, X avenge, X be ((healed)), bestow, bring (forth, hither), cast, cause, charge, come, commit, consider, count, + cry, deliver (up), direct, distribute, do, X doubtless, X without fail, fasten, frame, X get, give (forth, over, up), grant, hang (up), X have, X indeed, lay (unto charge, up), (give) leave, lend, let (out), + lie, lift up, make, + O that, occupy, offer, ordain, pay, perform, place, pour, print, X pull , put (forth), recompense, render, requite, restore, send (out), set (forth), shew, shoot forth (up), + sing, + slander, strike, (sub-)mit, suffer, X surely, X take, thrust, trade, turn, utter, + weep, + willingly, + withdraw, + would (to) God, yield.
Pronounce: naw-than'
Origin: a primitive root
unto death
maveth (Hebrew #4194)
death (natural or violent); concretely, the dead, their place or state (hades); figuratively, pestilence, ruin
KJV usage: (be) dead((-ly)), death, die(-d).
Pronounce: maw'-veth
Origin: from 4191
.

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chastened.
Sal. 66:10‑12• 10Porque tú nos probaste, oh Dios: Ensayástenos como se afina la plata.
11Nos metiste en la red; Pusiste apretura en nuestros lomos.
12Hombres hiciste subir sobre nuestra cabeza; Entramos en fuego y en aguas, Y sacástenos á hartura.
(Sal. 66:10‑12)
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Sal. 94:12‑13• 12Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres;
13Para tranquilizarle en los días de aflicción, En tanto que para el impío se cava el hoyo.
(Sal. 94:12‑13)
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2 S. 12:10• 10Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada; por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Uría Hetheo para que fuese tu mujer. (2 S. 12:10)
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2 S. 13:1‑39• 1Aconteció después de esto, que teniendo Absalom hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Thamar, enamoróse de ella Amnón hijo de David.
2Y estaba Amnón angustiado hasta enfermar, por Thamar su hermana: porque por ser ella virgen, parecía á Amnón que sería cosa dificultosa hacerle algo.
3Y Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab, hijo de Simea, hermano de David: y era Jonadab hombre muy astuto.
4Y éste le dijo: Hijo del rey, ¿por qué de día en día vas así enflaqueciendo? ¿no me lo descubrirás á mí? Y Amnón le respondió: Yo amo á Thamar la hermana de Absalom mi hermano.
5Y Jonadab le dijo: Acuéstate en tu cama, y finge que estás enfermo; y cuando tu padre viniere á visitarte, dile: Ruégote que venga mi hermana Thamar, para que me conforte con alguna comida, y aderece delante de mí alguna vianda, para que viendo yo, la coma de su mano.
6Acostóse pues Amnón, y fingió que estaba enfermo, y vino el rey: á visitarle: y dijo Amnón al rey: Yo te ruego que venga mi hermana Thamar, y haga delante de mí dos hojuelas, que coma yo de su mano.
7Y David envió á Thamar á su casa, diciendo: Ve ahora á casa de Amnón tu hermano, y hazle de comer.
8Y fué Thamar á casa de su hermano Amnón, el cual estaba acostado; y tomó harina, y amasó é hizo hojuelas delante de él, y aderezólas.
9Tomó luego la sartén, y sacólas delante de él: mas él no quiso comer. Y dijo Amnón: Echad fuera de aquí á todos. Y todos se salieron de allí.
10Entonces Amnón dijo á Thamar: Trae la comida á la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando Thamar las hojuelas que había aderezado, llevólas á su hermano Amnón á la alcoba.
11Y como ella se las puso delante para que comiese, él trabó de ella, diciéndole: Ven, hermana mía acuéstate conmigo.
12Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas fuerza; porque no se ha de hacer así con Israel. No hagas tal desacierto.
13Porque, ¿dónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los perversos en Israel. Ruégote pues ahora que hables al rey, que no me negará á ti.
14Mas él no la quiso oir; antes pudiendo más que ella la forzó, y echóse con ella.
15Aborrecióla luego Amnón de tan grande aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fué mayor que el amor con que la había amado. Y díjole Amnón: Levántate y vete.
16Y ella le respondió: No es razón; mayor mal es éste de echarme, que el que me has hecho. Mas él no la quiso oir:
17Antes llamando su criado que le servía dijo: Echame ésta allá fuera, y tras ella cierra la puerta.
18Y tenía ella sobre sí una ropa de colores, traje que las hijas vírgenes de los reyes vestían. Echóla pues fuera su criado, y cerró la puerta tras ella.
19Entonces Thamar tomó ceniza, y esparcióla sobre su cabeza, y rasgó su ropa de colores de que estaba vestida, y puestas sus manos sobre su cabeza, fuése gritando.
20Y díjole su hermano Absalom: ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues calla ahora, hermana mía: tu hermano es; no pongas tu corazón en este negocio. Y quedóse Thamar desconsolada en casa de Absalom su hermano.
21Y luego que el rey David oyó todo esto, fué muy enojado.
22Mas Absalom no habló con Amnón ni malo ni bueno, bien que Absalom aborrecía á Amnón, porque había forzado á Thamar su hermana.
23Y aconteció pasados dos años, que Absalom tenía esquiladores en Bala-hasor, que está junto á Ephraim; y convidó Absalom á todos los hijos del rey.
24Y vino Absalom al rey, y díjole: He aquí, tu siervo tiene ahora esquiladores: yo ruego que venga el rey y sus siervos con tu siervo.
25Y respondió el rey á Absalom: No, hijo mío, no vamos todos, porque no te hagamos costa. Y aunque porfió con él, no quiso ir, mas bendíjolo.
26Entonces dijo Absalom: Si no, ruégote que venga con nosotros Amnón mi hermano. Y el rey le respondió: ¿Para qué ha de ir contigo?
27Y como Absalom lo importunase, dejó ir con él á Amnón y á todos los hijos del rey.
28Y había Absalom dado orden á sus criados, diciendo: Ahora bien, mirad cuando el corazón de Amnón estará alegre del vino, y en diciéndoos yo: Herid á Amnón, entonces matadle, y no temáis; que yo os lo he mandado. Esforzaos pues, y sed valientes.
29Y los criados de Absalom hicieron con Amnón como Absalom lo había mandado. Levantáronse luego todos los hijos del rey, y subieron todos en sus mulos, y huyeron.
30Y estando aún ellos en el camino, llegó á David el rumor que decía: Absalom ha muerto á todos los hijos del rey, que ninguno de ellos ha quedado.
31Entonces levantándose David, rasgó sus vestidos, y echóse en tierra, y todos sus criados, rasgados sus vestidos, estaban delante.
32Y Jonadab, hijo de Simea hermano de David, habló y dijo: No diga mi señor que han muerto á todos los jóvenes hijos del rey, que sólo Amnón es muerto: porque en boca de Absalom estaba puesto desde el día que Amnón forzó á Thamar su hermana.
33Por tanto, ahora no ponga mi señor el rey en su corazón esa voz que dice: Todos los hijos del rey son muertos: porque sólo Amnón es muerto.
34Absalom huyó luego. Entre tanto, alzando sus ojos el mozo que estaba en atalaya, miró, y he aquí mucho pueblo que venía á sus espaldas por el camino de hacia el monte.
35Y dijo Jonadab al rey: He allí los hijos del rey que vienen: es así como tu siervo ha dicho.
36Y como él acabó de hablar, he aquí los hijos del rey que vinieron, y alzando su voz lloraron. Y también el mismo rey y todos sus siervos lloraron con muy grandes lamentos.
37Mas Absalom huyó, y fuése á Talmai hijo de Amiud, rey de Gessur. Y David lloraba por su hijo todos los días.
38Y después que Absalom huyó y se fué á Gessur, estuvo allá tres años.
39Y el rey David deseó ver á Absalom: porque ya estaba consolado acerca de Amnón que era muerto.
(2 S. 13:1‑39)
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2 S. 16:1‑23• 1Y como David pasó un poco de la cumbre del monte, he aquí Siba, el criado de Mephi-boseth, que lo salía á recibir con un par de asnos enalbardados, y sobre ellos doscientos panes, y cien hilos de pasas, y cien panes de higos secos, y un cuero de vino.
2Y dijo el rey á Siba: ¿Qué es esto? Y Siba respondió: Los asnos son para la familia del rey, en que suban; los panes y la pasa para los criados, que coman; y el vino, para que beban los que se cansaren en el desierto.
3Y dijo el rey: ¿Dónde está el hijo de tu señor? Y Siba respondió al rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalem, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.
4Entonces el rey dijo á Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mephi-boseth. Y respondió Siba inclinándose: Rey señor mío, halle yo gracia delante de ti.
5Y vino el rey David hasta Bahurim: y he aquí, salía uno de la familia de la casa de Saúl, el cual se llamaba Semei, hijo de Gera; y salía maldiciendo,
6Y echando piedras contra David, y contra todos los siervos del rey David: y todo el pueblo, y todos los hombres valientes estaban á su diestra y á su siniestra.
7Y decía Semei, maldiciéndole: Sal, sal, varón de sangres, y hombre de Belial;
8Jehová te ha dado el pago de toda la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has reinado: mas Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo Absalom; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque eres varón de sangres.
9Entonces Abisai hijo de Sarvia, dijo al rey: ¿Por qué maldice este perro muerto á mi señor el rey? Yo te ruego que me dejes pasar, y quitaréle la cabeza.
10Y el rey respondió: ¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? El maldice así, porque Jehová le ha dicho que maldiga á David; ¿quién pues le dirá: Por qué lo haces así?
11Y dijo David á Abisai y á todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido de mis entrañas, acecha á mi vida: ¿cuánto más ahora un hijo de Benjamín? Dejadle que maldiga, que Jehová se lo ha dicho.
12Quizá mirará Jehová á mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.
13Y como David y los suyos iban por el camino, Semei iba por el lado del monte delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras delante de él, y esparciendo polvo.
14Y el rey y todo el pueblo que con él estaba, llegaron fatigados, y descansaron allí.
15Y Absalom y todo el pueblo, los varones de Israel, entraron en Jerusalem, y con él Achitophel.
16Y acaeció luego, que como Husai Arachîta amigo de David hubo llegado á Absalom, díjole Husai: Viva el rey, viva el rey.
17Y Absalom dijo á Husai: ¿Este es tu agradecimiento para con tu amigo? ¿por qué no fuiste con tu amigo?
18Y Husai respondió á Absalom: No: antes al que eligiere Jehová y este pueblo y todos los varones de Israel, de aquél seré yo, y con aquél quedaré.
19¿Y á quién había yo de servir? ¿no es á su hijo? Como he servido delante de tu padre, así seré delante de ti.
20Entonces dijo Absalom á Achitophel: Consultad qué haremos.
21Y Achitophel dijo á Absalom: Entra á las concubinas de tu padre, que él dejó para guardar la casa; y todo el pueblo de Israel oirá que te has hecho aborrecible á tu padre, y así se esforzarán las manos de todos los que están contigo.
22Entonces pusieron una tienda á Absalom sobre el terrado, y entró Absalom á las concubinas de su padre, en ojos de todo Israel.
23Y el consejo que daba Achitophel en aquellos días, era como si consultaran la palabra de Dios. Tal era el consejo de Achitophel, así con David como con Absalom.
(2 S. 16:1‑23)
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Job 5:17‑18• 17He aquí, bienaventurado es el hombre á quien Dios castiga: Por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
18Porque él es el que hace la llaga, y él la vendará: El hiere, y sus manos curan.
(Job 5:17‑18)
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Job 33:16‑30• 16Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo;
17Para quitar al hombre de su obra, Y apartar del varón la soberbia.
18Detendrá su alma de corrupción, Y su vida de que pase á cuchillo.
19También sobre su cama es castigado Con dolor fuerte en todos sus huesos,
20Que le hace que su vida aborrezca el pan, Y su alma la comida suave.
21Su carne desfallece sin verse, Y sus huesos, que antes no se veían, aparecen.
22Y su alma se acerca al sepulcro, Y su vida á los que causan la muerte.
23Si tuviera cerca de él Algún elocuente anunciador muy escogido, Que anuncie al hombre su deber;
24Que le diga que Dios tuvo de él misericordia, Que lo libró de descender al sepulcro, Que halló redención:
25Enterneceráse su carne más que de niño, Volverá á los días de su mocedad.
26Orará á Dios, y le amará, Y verá su faz con júbilo: Y él restituirá al hombre su justicia.
27El mira sobre los hombres; y el que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, Y no me ha aprovechado;
28Dios redimirá su alma, que no pase al sepulcro, Y su vida se verá en luz.
29He aquí, todas estas cosas hace Dios Dos y tres veces con el hombre;
30Para apartar su alma del sepulcro, Y para iluminarlo con la luz de los vivientes.
(Job 33:16‑30)
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Pr. 3:11‑12• 11No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová; Ni te fatigues de su corrección:
12Porque al que ama castiga, Como el padre al hijo á quien quiere.
(Pr. 3:11‑12)
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Jon. 2:6• 6Descendí á las raíces de los montes; La tierra echó sus cerraduras sobre mí para siempre: Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío. (Jon. 2:6)
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1 Co. 11:32• 32Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos condenados con el mundo. (1 Co. 11:32)
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2 Co. 1:9‑11• 9Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios que levanta los muertos:
10El cual nos libró y libra de tanta muerte; en el cual esperamos que aun nos librará;
11Ayudándonos también vosotros con oración por nosotros, para que por la merced hecha á nos por respeto de muchos, por muchos sean hechas gracias por nosotros.
(2 Co. 1:9‑11)
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2 Co. 6:9• 9Como ignorados, mas conocidos; como muriendo, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; (2 Co. 6:9)
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He. 12:10‑11• 10Y aquéllos, á la verdad, por pocos días nos castigaban como á ellos les parecía, mas éste para lo que nos es provechoso, para que recibamos su santificación.
11Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia á los que en él son ejercitados.
(He. 12:10‑11)
 Behind the opposition of the nations and the power of Satan there was, in these trials, the chastening of the Lord. The enemy had thrust sore at him to encompass his fall (vs. 13); but the Lord has chastened him “sore” for his good. The enemy would oppose him to bring him into death; the LORD chastened him to save him from death. If the Lord chastened it is only to remove all that is contrary to Himself in His people, in order to open a righteous way into His presence, to be there for His praise (vv. 18-21). The devil is behind the outward enemies of God’s people, but the Lord is behind the power of the devil, and there is no one behind the Lord. (Psalms 118 by H. Smith)
 Rest is found only in self-judgment and confession of what gives him {Satan} a handle. Satan would seek to make us fall thus; but behind all this the hand of God is to be seen, as in Job's case. “Thou hast chastened me sore, but thou hast not given me over unto death.” It is for blessing. One only could declare, “The prince of this world cometh and hath nothing in me;” but with us, all is love and blessing, to make us know ourselves, and then enjoy His blessing, (compare Deut. 8,) and fully own what Christ is according to His victory and glory in the counsels of God. (Practical Reflections on the Psalms: Psalms 114-118 by J.N. Darby)

J. N. Darby Translation

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18
Jah hath chastened me sore; but he hath not given me over unto death.